No voy a contestar, era simplemente una pregunta retórica. El último día de consulta me lo pasé normalizando la sensibilidad, y prometí escribir de ello en honor a todas las personas sensibles, incluida yo misma.
Desde que tenemos uso de razón hemos escuchado alguna vez lo de «no llores», las personas a nuestro alrededor se han sentido incómodas o a veces molestas por ver llorar, y se nos ha instado a ser valientes para todo: para ir al cole, para recibir un pinchazo, pasar por una cura o una operación. Tanto, que se identifica ser sensible con ser débil o cobarde. Nos tenemos que tragar las lágrimas, ser fuertes, tirar adelante y ver el lado positivo de la vida.
La sensibilidad emocional no es sólo llorar «mucho» o «más que la media», o por todo, sino que a veces es estremecerse con un poema, vibrar con la música, o con un gesto cariñoso. Tiene que ver con sentir empatía, con cuidar a las otras personas, consolarlas, con percibir más allá en las relaciones interpersonales. Tiene que ver con una sensibilidad social, con la moralidad, el sentido de la justicia. Y esa sensibilidad emocional puede acompañarse por una sensibilidad sensorial, con lo cual, los aromas, el tacto, el olfato, la vista, el oído se hayan acrecentados y todo puede llegar a ser tan hermoso o tan doloroso.
Pero esto de ser sensibles, ¿de dónde nos viene? ¿Nos han malcriado?, ¿estamos acostumbrados a tener de todo y cuando nos falta algo nos hundimos? ¿Nacimos débiles?
Seguramente, como pasa en casi todo, habrán muchos factores que pueden estar incidiendo en esa sensibilidad. Desde si ha tenido un apego seguro (ver artículo anterior), o qué experiencias en la vida ha tenido.
Evidentemente, una persona que acaba de tener un accidente, ella o un ser querido, que ha muerto un familiar suyo, que ha perdido el trabajo, la pareja o una amistad, no podemos pretender que esté contenta. Si un niño o una niña tiene 18 meses no podemos pretender que se quede igual si su madre se marcha de casa. Si un niño de 3 años ha perdido su juguete o se ha roto, no le podemos decir que no pasa nada. Una persona que ha estado de pequeñita mucho tiempo hospitalizada, por ejemplo, puede haber peligrado su fuente de seguridad (no estar en contacto con sus padres, recibir pinchazos, intervenciones quirúrgicas). No le podemos pedir que sea fuerte y segura y no tenga miedo. Quizá le tengamos que decir a su cerebro que aquello ya acabó, que ahora está seguro, quizá le tengamos que ofrecer fuentes de seguridad y previsibilidad. A las personas nos ocurren cosas que nos afectan, y eso es lo normal. Me alarmaría mucho como Psicóloga ver una persona que se queda igual ante algo que le pase. Y a veces nos pasan cosas que son inesperadas, contundentes, no normales. Por eso siempre decimos: LO QUE TE PASA ES NORMAL ANTE UNA SITUACIÓN QUE NO ES NORMAL. Tú no estás roto o rota, estás expresando lo que has vivido.
Desde pequeñitos deberíamos enseñar a los niños a que lo que les ocurre tiene un valor. No estoy diciendo revolvernos en el barro, no estoy diciendo que no se luche por seguir o no se le ayude a tirar adelante, estoy diciendo que no se nieguen sus emociones o su malestar. No deberíamos enseñarles a esconder sus emociones y aguantarlas, les deberíamos transmitir que no pasa nada por estar tristes, enfadados o frustrados, y que estén como estén, estamos a su lado. La mayoría de las veces lo que crea malestar es la falta de reconocimiento y validación a algo que nos ha ocurrido o hemos sentido (en este artículo hablaba sobre el papel de la comunidad en la revista «Crecer en Familia»).
¿Qué más sabemos sobre la sensibilidad?
Parece ser que la sensibilidad emocional está relacionada con el hemisferio derecho del cerebro, donde se hallan también la creatividad, la imaginación, las habilidades artísticas y musicales, el movimiento, las sensaciones, el color.
Las emociones básicas y la sensibilidad moral hacen activar áreas del cerebro como la amígdala, el tálamo y el cerebro Medio (Sistema Límbico, cerebro emocional). Otras áreas involucradas son el córtex orbital-prefrontal. Esta zona se desarrolla especialmente en el periodo postnatal y empieza su proceso de maduración sobre 1-2 años. Casualmente, en personas con altas capacidades, esta área del prefrontal es diferente, ya que su periodo de crecimiento de su corteza es mucho más amplio. Estas personas también tienen áreas más activadas en su cerebro: el lóbulo frontal y el parietal, éste último relacionado con el procesamiento de la información sensorial. Y si rizamos más el rizo, en personas con altas capacidades, su cerebro va más rápido, es decir, se traspasa la información a mayor velocidad y se ha visto que tienen tractos de materia blanca (la responsable de la velocidad y el poder del procesamiento) más desarrolados. Es decir, que estas personas no son sólo más sensibles, sino que esta información es más potente y va a más velocidad.
¿Qué quiero decir con todo esto? En primer lugar, que hay correlatos biológicos de la sensibilidad. No sabemos qué es antes, el huevo o la gallina (¿nacimos con un cerebro sensible o nos cambió el cerebro por el entorno? O quizá las dos cosas?). El caso es que si tenemos pruebas biológicas nos estará diciendo que no es tan fácil de modificar, especialmente con un «no llores» o «anímate» o «piensa en positivo». Vamos, que se necesitará algo más. En segundo lugar, que en personas con altas capacidades, todo su cerebro va a mayor velocidad, mayor intensidad y tiene un procesamiento de la información diferente, también en su cerebro emocional!
Vale, tengo un cerebro más sensible, ¿y ahora qué?
Muchas personas sensibles nos quejamos de sentir demasiado, pedimos que si no hay un botón de apagar, a veces es muy agotador. Algo que suelo explicar es que, igual que sentimos la tristeza, la desesperanza, la soledad, también sentimos la alegría, la esperanza, la compañía, a veces podemos tocar el cielo con una sola palabra. Quizá deberíamos dedicar un tiempo o un trabajo a «desensibilizar» todo lo negativo que nos ha ocurrido, procesarlo, estar en paz. Y poder fijarnos en las emociones que nos transportan, poder disfrutar de esa música, de ese poema, del abrazo de una amiga. Bailar las olas. Aceptar como somos y mirar todo aquello que nos va bien. Quizá bajar la estimulación si tenemos un día de mucho contacto con muchas personas, quizá permitirnos llorar a solas un rato, quizá hablar con aquel amigo o amiga que nos escucha o nos puede leer al otro lado, quizá un rato de soledad, o de todo lo contrario, de ir a correr, bailar, sudar.
No todas las personas servimos o tenemos las mismas habilidades. Las personas sensibles nos podemos dedicar a tareas sensibles: desde cuidar o atender a otras personas, desde el arte, desde dedicar a honrar la memoria de alguien, luchar por los derechos de tal o cual colectivo. Quizá nuestra sensibilidad sensorial nos sirva para cocinar, para crear, para diagnosticar. Algunas personas sensibles pueden ponerse en el papel de otra e interpretar emociones variables, amplias, diversas. Muchos actores y actrices son grandes sensibles. Y así hasta el infinito y más allá. Si eres una persona sensible, ¿cuál es tu sensibilidad más destacada?
Quizá no deberíamos pensar en la debilidad de ser una persona sensible, sino en el poder (esto no es mío). En todo lo que nos podría permitir hacer o vivir. Poco a poco. Necesitamos aún trabajar mucho para cambiar esta cultura que tenemos. Si empezamos por nuestra casa, nuestros hijos, hijas, sobrinos y sobrinas, ya haremos mucho.
DEDICAT A LA M.
Hola, agradezco enormemente encontrarme con éste artículo hoy ❤
Mi sensibilidad más destacada está relacionada con el sonido. Sensibilidad que me lleva a pasarlo mal en numerosas situaciones, ya que algo tan simple como que alguien de golpes en una mesa a mí me resuena en todo el cuerpo, y me genera muchas emociones. Y, es también una sensibilidad que me proporciona grandes satisfacciones, al vivir cada sonido con todo mi cuerpo.
Un abrazo!
Me alegra que te haya servido. Mira también el artículo sobre Sobreexcitabilidad aquí en el blog!
hola cristina. me identifico en este grupo de personas sensibles y empaticas con y para el entorno, Pero me da la impresion de que el «entorno» esta desentrenado al afecto externo y lo perciben mas como una invasion o un «interes con doble fondo». A la gente le cuesta apreciar la sinceridad de la empatia, la cual creo les abruma y prefieren «por si acaso» rechazar…
Muy buen post! Enhorabuena por tu trabajo. Y un chin chin por todas las personas sensibles (yo incluida). 🙂
Gracias!!
Muchísimas gracias por este artículo. Me ha encantado.